El cambio climático y las distintas posturas adquiridas en libertad*

 *[En respuesta a «Los Libertarios y el Cambio Climático»https://www.capital.cl/los-libertarios-y-el-cambio-climatico/]

Como primera consideración, me parece incorrecto referirse a «los libertarios» como un grupo homogéneo, entendiendo que, si bien hay principios comunes, el libertarianismo rechaza -y por eso se diferencia de otras corrientes filosóficas- el actuar como un colectivo uniforme: habrá libertarios que adhieran al consenso (los hay, de hecho), como también negacionistas y escépticos.
Hecha la precisión, y concediendo -para el avance de la discusión- que puede existir un amplio porcentaje escéptico o derechamente negacionista, habrá que evaluar las razones implicadas.

Como bien se señala en el artículo, los libertarios son más bien reacios a aceptar una autoridad per se pues se desconfía del ejercicio del poder. Cuando este poder es además ejercido coercitivamente se convierte en un elemento que debería ser minimizado (sino eliminado).  

Los hombres -todos iguales en dignidad y trato ante la ley- aceptarán la autoridad (llámese gobierno, iglesia o comunidad científica) en la medida en que la adhesión a aquella autoridad proceda del consentimiento. Se cree en la persuasión, en el poder de la razón y en los argumentos. Se rechaza o desconfía de lo que pretende imponerse a otros coercitivamente. «Las buenas ideas no necesitan ser impuestas por la fuerza».

Pero incluso esa desconfianza en la autoridad -inherente a la filosofía libertaria misma- no explica por si sola el rechazo a acuerdos gubernamentales como el «Acuerdo de París».

Persisten objeciones puramente científicas ya sea a la causa (antropogénica) o al efecto (elevación de la temperatura global) que no han sido explicadas satisfactoriamente. Si bien se recurre constantemente a la existencia de un «consenso» con respecto a causas y efectos del calentamiento global, existen denuncias abiertas de manipulación de datos de aquel consenso [1] que no han sido aclaradas.

Muy dudosa también resulta la reputación del IPCC Intergovernmental Panel on Climate Change -autoridad en esta materiacuyos informes han sido fuertemente cuestionados y donde algunos de sus miembros, partícipes incluso de la elaboración de los mismos, han reconocido (y denunciado) su proceder deshonesto [2]. 

Es tal la imagen de poca transparencia y corrupción en este organismo que incluso se ha publicado cuáles deberían ser las reformas que debería hacérsele para que pueda aumentar su credibilidad [3].

Si bien ya resulta problemática la falta de confiabilidad, además resulta sospechosa la urgencia por la aceptación de la hipótesis del calentamiento global antropogénico. Desde un punto de vista epistemológico, la existencia de fenómenos complejos en la ciencia no puede ser zanjada recurriendo al 'consenso'. El principal reclamo de los científicos escépticos es que puntualmente en este caso, la problemática no admite disidencia a pesar de que no hay respuestas plenamente satisfactorias: una especie de «Neo-Inquisición».





Lo que hoy sabemos con mayor grado de exactitud persiste -más que por la existencia de un consenso- porque las objeciones a las teorías científicas fueron exitosamente falsadas a través de décadas -y siglos- de investigación, cosa que hoy simplemente no ocurre ante las objeciones a este fenómeno. El humilde ejercicio científico de ver en los errores una fuente de continuo aprendizaje –el insigne ensayo y error- hoy ha sido reemplazado por la arrogante superioridad del consenso. ¿En qué momento la ciencia permitió que la supuesta existencia de este (y no las constantes refutaciones y falsaciones fruto de la investigación) permitieran declarar las causas de un problema complejo como un fenómeno «indiscutible»? Y más aún: una mirada científica, honesta e impregnada en la humildad de entender nuestro limitado conocimiento ¿permitiría declarar algo como indiscutible o «zanjado»?


¿No es acaso deseable para el avance científico que existan intentos de refutación, objeciones y cuestionamientos constantes? ¿No incentiva acaso a que la parte cuestionada entregue su mejor esfuerzo por despejar dudas y encontrar nuevas luces?

Se intenta argüir en la columna que el rechazo al consenso podría fundamentarse en la adhesión al anarquismo metodológico de Feyerabend y que seguir esa línea de razonamiento podría terminar por validar conclusiones -por ejemplo- del feminismo moderno y del movimiento anti-vacunas. Lo cierto es que la defensa de una ausencia de método no invalida en ningún caso el ejercicio de refutación «popperiana»; apenas cuestiona que exista una metodología estándar para acercarse a una verdad. Proponer que cualquier método pueda ser válido no es lo mismo que decir que cualquier teoría es válida. El método es la vía de acercamiento a una 'verdad', la teoría en tanto, es el producto de aquel acercamiento, de aquel método. (Homologación con feminismo no es válida en cuanto es un fenómeno social y no material; tampoco es correcto homologarlo al movimiento anti-vacunas y su relación con el autismo, pues esta postura no ha podido lograr ningún respaldo médico serio y los intentos de demostrar la relación han sido estériles). No, no es tampoco un problema de 'método', sino la existencia de –aún- muchas interrogantes y el notorio intento de silenciarlas.

Si bien dar una discusión de esta naturaleza por zanjada es una conducta abiertamente anti-científica, aún hay que revisar la otra magnitud del problema: los efectos implicados tras la aceptación de la hipótesis antropogénica del cambio climático.
Sólo para efectos analíticos, asumiremos que el consenso con respecto a causas y efectos está en lo correcto, y en ese caso:

¿Por qué no dejar en manos de la propia sociedad civil organizada y el mercado las posibles soluciones y privilegiar el ejercicio de libertad negativa? Si desde el libertarianismo se quiere limitar o llevar al mínimo el rol coactivo del gobierno sobre los proyectos vitales de las personas ¿no sería acaso la oposición a un tratado que restringirá la actividad de ciertas industrias una postura consecuente, sobre todo cuando se trata del cumplimiento de un acuerdo cuyos efectos además de inciertos son marginales [4]?


El escepticismo en los libertarios –y también en los no libertarios- debería celebrarse. Es consecuencia pura. Si algún día se explica satisfactoriamente esta problemática, los escépticos podrán sentirse satisfechos, pues contribuyeron a consolidar (o descartar) de alguna manera ciertas nociones en la construcción de conocimiento.






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Según Murray Rothbard, héroe libertario, las emanaciones contaminantes constituyen «una agresión sobre la vida y la propiedad» y el emisor de contaminantes debe pagar el costo de hacerlo. El beneficio de esto es hacerse consciente de que no es conveniente contaminar y por lo tanto, buscar alternativas para no hacerlo. Un libertario preocupado por el medioambiente, debería en consecuencia, estar de acuerdo en la privatización de los recursos naturales, que además de evitar la tragedia de los comunes [5], identifica a los contaminadores y los hace pagar por ello. 

Una solución de Coase [6], además de ser compatible con la no violencia, es siempre más eficiente que un tratado político o legislación determinada, que puede obedecer a otros intereses.



NOTAS:




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