Casi un siglo

Ante la barbarie que
enfrenta hoy Venezuela, es necesario analizar, aunque sea reiterativo, el
origen del problema.

Entre los círculos de
izquierda relativamente honestos -esos que reconocen que existe un problema
interno grave- están los que apuntan a la falta de carisma e incompetencia de
Maduro o a una mala gestión administrativa.

Entre los deshonestos,
en tanto, se encuentran los que dicen que no existen problemas internos y que cualquier
desajuste se debe a la injerencia de terceros, particularmente la de Estados
Unidos; y los que -esquizofrénicamente- niegan el problema atribuyéndolo a mera
propaganda golpista. (Lamentable es que en éste último grupo, se encuentren
jóvenes que nacieron en la era digital y disfruten de todas las bondades de la
globalización y el capitalismo de libre mercado).
También sin duda, hay
quienes, por pereza intelectual, se pliegan al rebaño sin mediar reflexión.

Sin embargo, a nivel teórico, las causas de este desastre están perfectamente identificadas, y es posible encontrarlas incluso en un artículo escrito en 1920 llamado «El Cálculo Económico en la Comunidad Socialista». Ludwig von Mises, su autor, y su pupilo Friedrich von Hayek,
en las décadas siguientes, teorizaron sobre la imposibilidad del socialismo: un sistema que pasa por alto las necesidades y deseos desiguales y subjetivos de cada persona, y que suprime la empresarialidad y la propiedad privada está destinado al fracaso por desconocer la propia naturaleza humana.
La ausencia de precios fijados libremente por mecanismos de oferta y demanda y dictados por un ente autoritario centralizado, conducen inexorablemente a la escasez, por una desorientación de los factores productivos.
[Sin precios de mercado ¿cómo se puede saber qué, cómo y cuánto producir? Y si
no se puede disponer libremente del producto del propio trabajo, porque es «de todos» ¿Para
qué esforzarse en producir más?]




El socialismo es inhumano.
Desconoce lo que mueve a los agentes en sus decisiones económicas cotidianas. Pretende imponer una moral a la sociedad desde el absoluto desconocimiento del actuar del hombre.
Cuando no hay una correcta correspondencia entre esfuerzo y retribución; cuando no es posible disfrutar de lo propio, por mínimo que sea, los incentivos para desarrollarse desaparecen.

La intervención del gobierno en la emisión de dinero, es entonces, corolario. Imprimir más dinero para tratar de componer el desastre de la fijación de precios, va a empeorar el asunto. Se completa el círculo vicioso del intervencionismo.
Casi un siglo ha transcurrido desde que von Mises diera con las causas del problema. Ni siquiera la confirmación «práctica» de su teoría con las caídas de la URSS y la RDA evitó que hoy se siga atribuyendo su irremediable fracaso a otros factores.

Permitir que las decisiones subjetivas de millones de seres que intercambian voluntariamente a través del mercado, aprendiendo del error con la influencia de un futuro siempre incierto, queden en manos de un solo ente centralizado que no posee la información, ni tampoco los estímulos necesarios para actuar, tiene un
costo.  Y ese costo hoy lo están pagando
millones de venezolanos con hambre, humillación, pérdida de libertad, y muerte.

Es de esperar que no tenga que pasar otro siglo más para reconocer que la fatal arrogancia de limitar la libertad de otros –incluso en nombre del bien común- está destinada al fracaso.




#VenezuelaLibre

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